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Educación ambiental como herramienta para fomentar la
conciencia ecológica en estudiantes de secundaria
Environmental education as a tool to promote ecological awareness
in high school students
Salazar-Alciva, Alisson Noelia
1
Alcivar-Córdova, Diana Mercedes
2
https://orcid.org/0000-0002-5236-3247
https://orcid.org/0009-0008-2697-0685
alissonalcivar2017@yahoo.com
alcivardia@hotmail.com
Investigador Independiente, Ecuador, La Concordia.
Unidad Educatíva La Concordia, Ecuador, La
Concordia.
Flores-Verdesoto, Génesis Estefanía
3
Montaño-Villa, Julissa Jahaira
4
https://orcid.org/0000-0001-7609-9711
https://orcid.org/0009-0006-8007-4094
geflores0411@gmail.com
julissamontano2003@gmail.com
Investigador Independiente, Ecuador, La Concordia.
Investigador Independiente, Ecuador, La Concordia.
Salazar-Alcivar, Luis Enrique
5
https://orcid.org/0009-0002-1779-7282
luisenrialcivar@gmail.com
Investigador Independiente, Ecuador, La Concordia.
Autor de correspondencia
1
DOI / URL: https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v2/n2/42
Resumen: El estudio analiza críticamente la educación
ambiental como herramienta para fortalecer la conciencia
ecológica en estudiantes de secundaria, considerando la
creciente crisis ambiental global. Se aplicó una revisión
bibliográfica sistemática de investigaciones publicadas
entre 2000 y 2024, seleccionadas de bases de datos de alto
impacto. Los resultados identifican que estrategias como
proyectos sobre problemáticas locales, actividades al aire
libre y el uso de recursos digitales interactivos contribuyen
a aprendizajes significativos y a la adopción de conductas
sostenibles. Además, se determinó que la participación
activa del alumnado, la formación docente especializada y
la vinculación de los contenidos con la vida cotidiana son
factores decisivos de eficacia. Se concluye que una
educación ambiental efectiva requiere un enfoque integral
que combine metodologías participativas, capacitación
continua y contextualización, permitiendo a los jóvenes
desarrollar valores y competencias esenciales para afrontar
los desafíos ecológicos contemporáneos.
Palabras clave: educación ambiental; conciencia
ecológica; secundaria; estrategias pedagógicas;
sostenibilidad.
Artículo Científico
Received: 29/Abr/2024
Accepted: 15/May/2024
Published: 12/Jun/2024
Cita: Salazar-Alcivar, A. N., Alcivar-
Córdova, D. M., Flores-Verdesoto, G. E.,
Montaño-Villa, J. J., & Salazar-Alcivar, L. E.
(2024). Educación ambiental como
herramienta para fomentar la conciencia
ecológica en estudiantes de
secundaria. Revista Científica Ciencia Y
Método, 2(2), 40-
52. https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v2/n
2/42
Revista Científica Ciencia y Método (RCyM)
https://revistacym.com
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Abstract:
The study critically analyzes environmental education as a tool to strengthen ecological
awareness in high school students, considering the growing global environmental
crisis. A systematic literature review of research published between 2000 and 2024,
selected from high impact databases, was applied. The results identify that strategies
such as projects on local issues, outdoor activities and the use of interactive digital
resources contribute to meaningful learning and the adoption of sustainable behaviors.
In addition, it was determined that active student participation, specialized teacher
training and the linking of content to daily life are decisive factors of effectiveness. It is
concluded that effective environmental education requires a comprehensive approach
that combines participatory methodologies, continuous training and contextualization,
enabling young people to develop values and competencies essential to face
contemporary ecological challenges.
Keywords: environmental education; ecological awareness; secondary school;
pedagogical strategies; sustainability.
1. Introducción
La creciente crisis ambiental que enfrenta el planeta constituye uno de los desafíos
más apremiantes de la contemporaneidad, pues el deterioro de los ecosistemas, el
cambio climático y la pérdida de biodiversidad tienen implicaciones directas en la
calidad de vida presente y futura de las sociedades humanas (Rockström et al., 2009).
En este contexto, la educación ambiental ha emergido como un componente esencial
para promover la conciencia ecológica y el desarrollo de competencias que permitan
a los individuos asumir un compromiso activo frente a la protección del entorno natural
(Stevenson et al., 2013). Sin embargo, persiste una brecha considerable entre el
conocimiento ambiental que poseen los estudiantes de nivel secundario y su
disposición a involucrarse en prácticas sostenibles, lo cual evidencia la necesidad de
estrategias pedagógicas más efectivas que fortalezcan la internalización de valores y
actitudes proambientales (Liefländer, Bogner, Kibbe, & Kaiser, 2015).
Diversas investigaciones han demostrado que, si bien los programas educativos
incluyen contenidos relacionados con problemáticas ambientales, su impacto en el
cambio de comportamiento suele ser limitado debido a la ausencia de metodologías
participativas, el enfoque predominantemente teórico y la escasa vinculación con la
experiencia cotidiana del estudiantado (Öhman & Öhman, 2012). Además, factores
contextuales como la urbanización acelerada, la exposición a consumismo, el déficit
de áreas verdes y la desinformación mediática contribuyen a generar actitudes de
indiferencia o escepticismo ante los retos ecológicos (Chawla & Cushing, 2007). Estas
condiciones afectan la capacidad de los adolescentes para reconocer la magnitud de
las problemáticas ambientales y actuar de manera proactiva, lo que acentúa la
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necesidad de fortalecer la educación ambiental como una herramienta integral y
transformadora en el ámbito escolar.
La implementación de estrategias educativas orientadas a fomentar la conciencia
ecológica en estudiantes de secundaria se justifica no solo por la urgencia ambiental
global, sino también porque la adolescencia representa una etapa crítica en la
construcción de valores y hábitos perdurables (Tilbury, 1995). Durante este periodo
del desarrollo humano, la adquisición de conocimientos contextualizados y la
participación en proyectos prácticos pueden incidir significativamente en la
consolidación de identidades responsables con el entorno (Hungerford & Volk, 1990).
Asimismo, desde la perspectiva de la sostenibilidad educativa, el fortalecimiento de la
conciencia ambiental posibilita el cumplimiento de objetivos internacionales, como los
establecidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, particularmente en el
Objetivo de Desarrollo Sostenible 4.7, que promueve la educación para el desarrollo
sostenible y la ciudadanía mundial.
La viabilidad de articular programas de educación ambiental en escuelas secundarias
radica en la existencia de marcos curriculares que permiten su integración transversal
en diferentes áreas del conocimiento, así como en la disponibilidad creciente de
recursos didácticos digitales e interacciones con actores comunitarios que enriquecen
el aprendizaje experiencial (Rickinson, 2001). Además, la evidencia empírica indica
que el empleo de metodologías participativas, como los proyectos de aprendizaje-
servicio, las actividades al aire libre y el uso de tecnologías de la información,
incrementa la eficacia de los programas ambientales y potencia el compromiso de los
estudiantes (Boeve-de Pauw, Gericke, Olsson, & Berglund, 2015). Tales enfoques,
sustentados en el aprendizaje significativo y la reflexión crítica, contribuyen a la
internalización de valores ecológicos y a la adopción de comportamientos
responsables.
Este artículo tiene como objetivo analizar críticamente, a través de una revisión
bibliográfica sistemática, la evidencia científica disponible sobre la educación
ambiental como herramienta para fomentar la conciencia ecológica en estudiantes de
secundaria. Se busca identificar las principales estrategias pedagógicas
implementadas, valorar su efectividad en la transformación de actitudes y
comportamientos, y reconocer los desafíos metodológicos que persisten en este
campo. Al abordar la interrelación entre educación ambiental y conciencia ecológica,
se pretende aportar un panorama comprehensivo que oriente futuras prácticas
educativas y políticas públicas destinadas a fortalecer la sostenibilidad ambiental
desde la formación escolar.
La relevancia de este análisis radica en que, aunque abundan investigaciones
fragmentadas sobre programas aislados, aún persiste la necesidad de sistematizar la
información con un enfoque comparativo que permita comprender qué factores inciden
en el éxito de las intervenciones educativas (Monroe et al., 2017). Esta revisión
también se justifica por la importancia de fundamentar la toma de decisiones
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educativas en evidencias empíricas sólidas que garanticen la pertinencia y la
efectividad de los programas orientados a la sensibilización ecológica. Finalmente, la
capacidad de la educación ambiental para transformar la percepción y la conducta de
los adolescentes representa una oportunidad estratégica para enfrentar los retos
ambientales actuales y promover sociedades más justas y sostenibles.
2. Materiales y métodos
La metodología utilizada en este artículo corresponde a un enfoque explorativo de
revisión bibliográfica, cuyo propósito es analizar de manera sistemática y
comprehensiva la producción científica existente acerca de la educación ambiental
como herramienta para fomentar la conciencia ecológica en estudiantes de nivel
secundario. Este proceso implicó la identificación, selección, organización y síntesis
de estudios empíricos y teóricos publicados en revistas indexadas en bases de datos
de alto impacto, tales como Scopus y Web of Science, garantizando la relevancia y
calidad académica de las fuentes consultadas.
La búsqueda documental se realizó mediante el uso de términos clave en inglés y
español, entre ellos: “environmental education”, “ecological awareness”, “secondary
education”, “environmental behavior” y “education for sustainable development”. Se
aplicaron filtros de inclusión que consideraron publicaciones en acceso completo, con
fecha de publicación comprendida entre los años 2000 y 2024, para asegurar la
actualización de los datos y la pertinencia contextual de las investigaciones. Asimismo,
se establecieron criterios de exclusión, descartando trabajos duplicados, revisiones
sin evidencia empírica y estudios centrados exclusivamente en niveles educativos
diferentes a la secundaria.
La recopilación de información se realizó mediante el examen de resúmenes,
introducciones, marcos teóricos y resultados, priorizando aquellos artículos que
presentaran datos comparativos, análisis de intervenciones pedagógicas y evaluación
de impacto sobre actitudes y comportamientos ambientales. Posteriormente, se
procedió a la sistematización de los hallazgos mediante la elaboración de fichas de
registro con variables como tipo de estudio, objetivos, enfoque metodológico,
instrumentos empleados, principales resultados y limitaciones identificadas por los
autores.
La organización y el análisis de la información se llevaron a cabo bajo un enfoque
temático, que permitió agrupar los contenidos según las estrategias educativas más
utilizadas, los factores contextuales que influyen en la eficacia de los programas y las
recomendaciones derivadas de la evidencia. Este proceso facilitó la interpretación
crítica de los resultados y la elaboración de una visión global sobre el estado actual
del conocimiento en la materia. Finalmente, se integraron los hallazgos en una
narrativa analítica que articula la información revisada con los objetivos planteados en
la investigación, orientada a proponer aportaciones significativas para el diseño y
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desarrollo de futuras intervenciones educativas en el ámbito de la conciencia
ecológica.
3. Resultados
3.1. Estrategias pedagógicas utilizadas
3.1.1. Proyectos sobre problemas ambientales locales
El desarrollo de proyectos centrados en problemáticas ambientales locales constituye
una metodología pedagógica de carácter activo que ha cobrado relevancia en el
campo de la educación ambiental por su capacidad de propiciar procesos de
aprendizaje situado. Esta estrategia se fundamenta en la premisa de que los
estudiantes, al investigar y analizar de forma sistemática los retos ecológicos de su
propia comunidad, logran establecer conexiones significativas entre el conocimiento
académico y las realidades socioambientales inmediatas (Stewart, 2010).
La ejecución de estos proyectos permite a los educandos identificar y comprender
fenómenos como la contaminación de fuentes hídricas, la generación excesiva de
residuos sólidos, la degradación de suelos y la pérdida de cobertura vegetal. Esta
aproximación fomenta una perspectiva crítica, dado que confronta al alumnado con
los impactos concretos de la actividad humana sobre el entorno y, a su vez, los motiva
a proponer alternativas de mitigación o restauración (Barron & Darling-Hammond,
2008).
Además, el enfoque basado en proyectos facilita la adquisición de competencias
transversales, entre ellas la investigación aplicada, la gestión de información y la toma
de decisiones fundamentadas en la evidencia. Según Blumstein y Saylan (2007),
cuando los proyectos se articulan con asignaturas como ciencias naturales, geografía
o educación cívica, se incrementa la eficacia de los aprendizajes y se fortalece la
apropiación de valores éticos orientados a la sostenibilidad.
Un componente esencial de esta estrategia es la participación activa de los actores
comunitarios, pues su involucramiento contribuye a legitimar los procesos educativos
y a generar entornos colaborativos que favorecen el compromiso social. Este enfoque
participativo, a su vez, amplía el horizonte de acción de la escuela al concebirla como
un agente catalizador de cambios en el territorio. Así, los proyectos sobre problemas
ambientales locales no sólo enriquecen el bagaje conceptual del estudiantado, sino
que también fortalecen su sentido de pertenencia y su responsabilidad ciudadana en
relación con la preservación del patrimonio natural.
3.1.2. Actividades al aire libre en entornos naturales
La realización de actividades al aire libre, entendida como la práctica educativa que
se desarrolla en espacios naturales o seminaturales, se ha consolidado como una
estrategia idónea para estimular la conexión afectiva, cognitiva y sensorial con el
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ambiente. Este tipo de experiencias directas favorece la comprensión de los procesos
ecológicos y permite observar de manera vivencial la interdependencia de los
sistemas naturales, consolidando una conciencia ambiental más profunda (Beery &
Wolf-Watz, 2014).
La literatura especializada coincide en que el contacto regular con la naturaleza,
acompañado de la mediación pedagógica adecuada, incide positivamente en la
predisposición a adoptar comportamientos sostenibles. Kuo, Barnes y Jordan (2019)
subrayan que la exposición a entornos naturales facilita el aprendizaje experiencial y
estimula el pensamiento sistémico, habilitando a los estudiantes para identificar
relaciones de causa y efecto en los fenómenos ambientales.
Asimismo, el desarrollo de actividades al aire libre incide en aspectos emocionales y
motivacionales, dado que contribuye a disminuir el estrés, mejorar el bienestar
subjetivo y fortalecer la empatía hacia otras formas de vida (Barnes et al., 2019). Este
efecto es particularmente relevante en la adolescencia, una etapa en la que la
construcción de valores y actitudes resulta determinante para consolidar una identidad
ambiental comprometida.
Entre las prácticas más empleadas destacan las salidas de campo, los talleres de
observación de biodiversidad, las campañas de limpieza de espacios naturales y la
implementación de huertos escolares ecológicos. Estas actividades se complementan
con procesos reflexivos, en los que los estudiantes analizan críticamente sus
experiencias, consolidan aprendizajes y elaboran propuestas de mejora ambiental. La
combinación de acción, reflexión y contextualización convierte a la educación al aire
libre en una estrategia pedagógica integral con alto potencial transformador.
3.1.3. Uso de recursos digitales interactivos
La incorporación de tecnologías digitales interactivas en los programas de educación
ambiental representa un avance sustantivo en la diversificación de las estrategias de
enseñanza-aprendizaje. Este enfoque reconoce que los estudiantes actuales, nativos
digitales en su mayoría, demandan experiencias educativas dinámicas, visualmente
atractivas y con un alto grado de personalización (Herodotou, 2017).
La utilización de simuladores, aplicaciones móviles, entornos virtuales de aprendizaje
y recursos audiovisuales permite representar fenómenos ambientales complejos,
como el cambio climático, la acidificación de los océanos o la deforestación, facilitando
su comprensión mediante visualizaciones y modelos interactivos (Wu, Lee, Chang, &
Liang, 2013). Además, estas tecnologías potencian la autonomía del aprendizaje al
permitir que los educandos exploren los contenidos a su propio ritmo y de acuerdo
con sus intereses específicos.
Según Liu et al. (2014), los recursos digitales no sólo mejoran la accesibilidad de la
información, sino que incrementan la motivación intrínseca al incorporar elementos
lúdicos y de gamificación. En el ámbito de la educación ambiental, esta combinación
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se traduce en una mayor disposición a profundizar en los contenidos y a reflexionar
sobre las implicaciones éticas de las acciones humanas en los ecosistemas.
Un ejemplo destacado es el uso de aplicaciones de realidad aumentada que simulan
escenarios futuros en función de diferentes decisiones ambientales, posibilitando la
toma de conciencia sobre las consecuencias de la inacción. Asimismo, los recursos
digitales favorecen el desarrollo de competencias mediáticas y tecnológicas
esenciales para la participación ciudadana en sociedades digitalizadas (García-García
et al., 2020).
La evidencia científica sugiere que el uso pedagógico de estas herramientas debe
acompañarse de una planificación rigurosa, que garantice la pertinencia de los
contenidos, la claridad de los objetivos de aprendizaje y la integración con actividades
presenciales o al aire libre. De este modo, la tecnología se convierte en un recurso
complementario que amplifica y diversifica las oportunidades educativas en torno a la
conciencia ecológica.
3.2. Factores que determinan su eficacia
3.2.1. Participación activa de los estudiantes
La participación activa del estudiantado se erige como una condición sine qua non
para garantizar la efectividad de las iniciativas de educación ambiental en el ámbito
secundario. Este enfoque se sustenta en el paradigma constructivista, que reconoce
que el aprendizaje es un proceso activo de construcción de significados, en el que el
individuo interacciona con su entorno, cuestiona sus concepciones previas y reelabora
su comprensión de los fenómenos naturales y sociales (Rickinson, 2001).
La implicación del alumnado no solo propicia un mayor compromiso cognitivo, sino
que también moviliza la dimensión afectiva y ética indispensable para la
internalización de valores proambientales. En efecto, Hungerford y Volk (1990)
argumentan que la participación activa favorece el desarrollo de la denominada
“capacidad de acción responsable”, un constructo que integra la percepción de
autoeficacia, la conciencia crítica de las problemáticas ambientales y la disposición a
emprender conductas sostenibles.
La evidencia empírica señala que los estudiantes que asumen un rol protagónico en
la identificación, análisis y resolución de problemas ecológicos tienden a consolidar
aprendizajes más perdurables y a mostrar niveles superiores de compromiso con su
entorno (Stevenson, Brody, Dillon, & Wals, 2013). Asimismo, la participación activa
fomenta habilidades transversales, tales como la cooperación, la comunicación
argumentada, la toma de decisiones fundamentadas en evidencia y la reflexión crítica
sobre las consecuencias de las acciones humanas.
Entre las metodologías que promueven esta implicación destaca el aprendizaje
basado en proyectos, el aprendizaje-servicio y los estudios de caso contextualizados.
Estas estrategias permiten a los estudiantes interactuar con actores sociales diversos,
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asumir responsabilidades compartidas y experimentar la relevancia de su contribución
en procesos de transformación comunitaria (Tilbury, 1995). Esta dimensión
experiencial resulta particularmente significativa en la adolescencia, etapa en que la
construcción de identidad y valores se encuentra en un momento de alta plasticidad.
3.2.2. Formación docente especializada
La formación especializada del profesorado constituye otro factor determinante que
condiciona la calidad, pertinencia y eficacia de las propuestas educativas en materia
ambiental. La complejidad de las problemáticas ecológicas contemporáneas exige a
los docentes no solo un dominio conceptual profundo, sino también competencias
pedagógicas para mediar procesos de enseñanza-aprendizaje participativos y
contextualizados (Gayford, 2002).
Diversos estudios han identificado que una proporción importante de docentes de
secundaria manifiesta inseguridad respecto a su preparación para abordar contenidos
ambientales de manera integral y actualizada (Stevenson et al., 2013). Este déficit
formativo se traduce en la reproducción de prácticas didácticas centradas en la
transmisión expositiva de información, con escaso énfasis en la reflexión crítica y la
aplicación práctica de los conocimientos adquiridos (Liefländer, Bogner, Kibbe, &
Kaiser, 2015).
La formación docente especializada comprende, por tanto, el fortalecimiento de varias
dimensiones: en primer término, el conocimiento disciplinar de la ecología y la
sostenibilidad; en segundo lugar, las estrategias metodológicas activas e
interdisciplinares; y finalmente, la capacidad de evaluación de actitudes y
competencias ambientales.
Asimismo, la formación especializada contribuye a incrementar la confianza
profesional y la motivación intrínseca de los docentes, factores que inciden
directamente en la calidad de la interacción con los estudiantes y en la consolidación
de entornos de aprendizaje estimulantes (Rickinson, 2001). El acceso a comunidades
profesionales de práctica, redes de intercambio de experiencias y materiales
didácticos contextualizados también potencia la capacidad del profesorado para
adaptar los contenidos al contexto cultural y socioambiental específico de su
alumnado (Stewart, 2010).
3.2.3. Vinculación con la vida cotidiana
La capacidad de los programas educativos para establecer puentes entre los
contenidos ambientales y la vida cotidiana de los estudiantes se revela como un
criterio decisivo de su efectividad. La relevancia experiencial y contextual de los
aprendizajes determina en gran medida la motivación intrínseca y la disposición a
incorporar comportamientos sostenibles en la práctica diaria (Monroe et al., 2008).
Cuando la educación ambiental se presenta como un conocimiento abstracto y
desvinculado de las realidades inmediatas del estudiantado, es frecuente que se
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produzca una actitud de apatía o desinterés (Öhman & Öhman, 2012). Por el contrario,
la contextualización de los contenidos mediante casos locales, problemáticas
concretas del barrio o la comunidad, y situaciones cotidianas —como el consumo
responsable, la gestión de residuos o el uso eficiente del agua— permite que los
jóvenes comprendan las implicaciones prácticas de sus acciones y tomen conciencia
de su capacidad de incidencia (Stewart, 2010).
La literatura sugiere que la vinculación con la vida cotidiana también contribuye a
reducir la percepción de distancia psicológica respecto a los problemas ambientales
globales. Según Beery y Wolf-Watz (2014), los programas que integran experiencias
personales fortalecen la empatía hacia otras formas de vida y promueven un sentido
de responsabilidad compartida. Esta cercanía experiencial se convierte, por tanto, en
un motor de compromiso, al generar un vínculo emocional que facilita la disposición a
actuar en defensa del entorno natural.
Asimismo, el anclaje en la experiencia cotidiana estimula el aprendizaje situado, en
tanto que los conocimientos se elaboran y se validan en contextos que poseen
significado personal y social. Este proceso promueve la consolidación de la conciencia
crítica y de la autoeficacia ambiental, ambas fundamentales para la adopción de
conductas sostenibles a largo plazo (Monroe et al., 2017). En síntesis, la conexión
entre los contenidos educativos y la vida diaria del estudiantado es una condición
imprescindible para garantizar la pertinencia, la eficacia y la sostenibilidad de los
programas de educación ambiental en la educación secundaria.
4. Discusión
El análisis exhaustivo de las estrategias pedagógicas y de los factores determinantes
de su eficacia en el ámbito de la educación ambiental en la educación secundaria
permite constatar la existencia de un consenso amplio en torno a la relevancia de
enfoques activos, contextualizados y participativos. La evidencia científica revisada
sugiere que la mera transmisión de información ambiental resulta insuficiente para
suscitar transformaciones duraderas en las actitudes y comportamientos de los
estudiantes (Blumstein & Saylan, 2007; Rickinson, 2001). Por el contrario, se requiere
la integración de metodologías que propicien la implicación cognitiva y emocional, así
como la capacidad de reflexionar críticamente sobre las propias prácticas cotidianas.
En este sentido, la implementación de proyectos vinculados con problemáticas locales
emerge como una estrategia de alta eficacia, dado que conecta los contenidos
curriculares con la realidad inmediata del estudiantado y contribuye a la construcción
de una identidad ecológica comprometida (Stewart, 2010). Estos proyectos no solo
potencian el aprendizaje situado, sino que también favorecen la adquisición de
competencias transversales necesarias para la ciudadanía ambiental, tales como la
toma de decisiones informadas y la participación en procesos colaborativos (Barron &
Darling-Hammond, 2008). La participación activa, que se materializa en estos
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enfoques, se revela como un factor clave, ya que moviliza la motivación intrínseca y
consolida el sentimiento de autoeficacia ambiental, elemento indispensable para la
adopción de conductas sostenibles (Hungerford & Volk, 1990).
Asimismo, las actividades al aire libre desempeñan un papel fundamental al promover
una conexión afectiva con la naturaleza, lo que incrementa la disposición a asumir
comportamientos responsables y a cuestionar patrones de consumo insostenibles
(Beery & Wolf-Watz, 2014). Estas experiencias vivenciales inciden de manera positiva
en la percepción del entorno como un bien común cuya conservación requiere el
compromiso individual y colectivo. Al mismo tiempo, el contacto directo con los
ecosistemas facilita la comprensión de fenómenos complejos, como la
interdependencia entre los seres vivos y el equilibrio de los sistemas naturales (Kuo,
Barnes, & Jordan, 2019).
Por otra parte, el uso de recursos digitales interactivos representa una innovación
pedagógica con potencial transformador, al posibilitar la simulación de escenarios
futuros y la visualización de procesos ambientales de manera accesible y atractiva
(Wu, Lee, Chang, & Liang, 2013). No obstante, su eficacia depende en gran medida
de su integración coherente en el diseño curricular y de la formación docente
especializada que permita su uso crítico y didáctico (Herodotou, 2017). Este aspecto
refuerza la necesidad de invertir en el fortalecimiento de las competencias
profesionales de los educadores, quienes desempeñan un rol decisivo como
mediadores de los aprendizajes y facilitadores de procesos reflexivos (Gayford, 2002).
La revisión bibliográfica también pone de relieve que la vinculación de los contenidos
ambientales con la vida cotidiana es una condición esencial para superar la distancia
psicológica que muchos estudiantes perciben entre los problemas ambientales
globales y su esfera de acción personal (Monroe et al, 2008). Esta articulación entre
conocimiento y experiencia favorece la consolidación de la conciencia crítica y
contribuye a la transformación de hábitos cotidianos, como el consumo responsable,
la gestión de residuos o el uso eficiente de recursos naturales (Öhman & Öhman,
2012). La pertinencia cultural y contextual de los programas educativos se configura,
por tanto, como un factor que determina su legitimidad y su capacidad de incidir en
las prácticas sociales.
En conjunto, estos hallazgos evidencian que la educación ambiental en la educación
secundaria requiere un enfoque sistémico, en el que confluyan estrategias
metodológicas innovadoras, procesos de formación docente sostenidos y una clara
orientación a la acción transformadora. La literatura revisada enfatiza que la eficacia
de las intervenciones depende de su capacidad para integrar dimensiones cognitivas,
afectivas y comportamentales de manera coherente (Stevenson, Brody, Dillon, &
Wals, 2013). Este enfoque integral resulta indispensable en el contexto de los desafíos
ambientales contemporáneos, que exigen no solo el desarrollo de conocimientos, sino
también la consolidación de valores y actitudes que posibiliten la construcción de
sociedades más sostenibles y resilientes.
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Por consiguiente, es pertinente destacar que cualquier propuesta de educación
ambiental debe situar a los estudiantes como sujetos activos de cambio y reconocer
la complejidad de los entornos sociales, culturales y ecológicos en los que se inscriben
sus aprendizajes. Este horizonte educativo implica superar la lógica de la mera
transmisión de contenidos y avanzar hacia prácticas pedagógicas que habiliten la
participación crítica, la reflexión situada y la capacidad de agencia ecológica,
principios que la evidencia científica identifica como pilares de una educación
ambiental eficaz y transformadora (Rickinson, 2001; Tilbury, 1995).
5. Conclusiones
A partir del análisis profundo realizado en este estudio, se puede afirmar que la
educación ambiental en la educación secundaria constituye una herramienta esencial
para el fortalecimiento de la conciencia ecológica y la promoción de comportamientos
responsables con el entorno. Las estrategias pedagógicas activas, como los proyectos
centrados en problemáticas ambientales locales, las actividades al aire libre y el uso
de recursos digitales interactivos, evidencian un potencial transformador al posibilitar
aprendizajes significativos que trascienden el ámbito escolar y se proyectan en la vida
cotidiana de los estudiantes.
La participación activa del alumnado emerge como un elemento central que determina
la eficacia de las intervenciones educativas, pues favorece el compromiso cognitivo y
emocional, al tiempo que potencia el desarrollo de competencias transversales
necesarias para la ciudadanía ambiental. Asimismo, la formación especializada del
profesorado resulta indispensable para garantizar la calidad y coherencia de los
programas, dado que la complejidad de las problemáticas ecológicas contemporáneas
exige docentes capaces de diseñar experiencias de aprendizaje innovadoras,
rigurosas y culturalmente pertinentes.
La vinculación de los contenidos con el contexto próximo y con las experiencias
cotidianas del estudiantado se consolida como un criterio decisivo de eficacia, al
reducir la percepción de distancia entre los problemas ambientales globales y la esfera
de acción individual. Esta articulación facilita la comprensión de las interdependencias
ecológicas y fortalece la percepción de autoeficacia, condición indispensable para la
adopción de conductas sostenibles a largo plazo.
El estudio permite concluir que el éxito de la educación ambiental no depende de la
implementación aislada de recursos o actividades, sino de la integración sistémica de
enfoques pedagógicos participativos, procesos de formación docente continua y la
construcción de proyectos contextualizados que otorguen sentido y relevancia a los
aprendizajes. Finalmente, se reconoce que promover una conciencia ecológica sólida
requiere políticas educativas que respalden la innovación curricular, la capacitación
profesional y la colaboración entre instituciones educativas y comunidades locales, de
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modo que la educación ambiental pueda consolidarse como un pilar estratégico para
la sostenibilidad.
CONFLICTO DE INTERESES
“Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses”.
Referencias Bibliográficas
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