Revista Científica Ciencia y Método | Vol.02 | Núm.04 | OctDic | 2024 | www.revistacym.com pág. 1
Tendencias en la educación financiera y su impacto
en la toma de decisiones económicas personales
Trends in financial education and their impact on personal economic
decision making
Almeida-Blacio, Jorge Hernan
1
https://orcid.org/0000-0002-6716-9113
us.jorgealmeida@uniandes.edu.ec
Universidad Regional Autónoma de Los Andes,
Ecuador, Santo Domingo.
Autor de correspondencia
1
DOI / URL: https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v2/n4/48
Resumen: El estudio analiza críticamente las principales
tendencias en educación financiera y su impacto en las
decisiones económicas personales, en un contexto
marcado por la digitalización de los servicios financieros y
el crecimiento de la oferta crediticia. A través de una
revisión bibliográfica exhaustiva de 56 documentos
publicados entre 2010 y 2024, se identificaron enfoques
conceptuales y empíricos relevantes, destacando el uso
creciente de plataformas digitales interactivas que facilitan
el aprendizaje personalizado y la inclusión de poblaciones
tradicionalmente excluidas. Los resultados evidencian que
la educación financiera incide positivamente en el ahorro
planificado y el manejo responsable del crédito,
fortaleciendo la autoeficacia percibida y la capacidad de
resistir presiones de consumo. Sin embargo, se observan
retos relacionados con la brecha digital, la calidad de los
contenidos en línea y la necesidad de estrategias
adaptadas al contexto cultural y socioeconómico de los
usuarios. El análisis sugiere que la educación financiera
debe articularse con políticas públicas y mecanismos de
protección al consumidor para maximizar su impacto. Se
concluye que consolidar programas innovadores,
inclusivos y contextualizados constituye un imperativo para
fomentar decisiones financieras informadas y sostenibles,
contribuyendo a la reducción de desigualdades
económicas y al fortalecimiento de la resiliencia
patrimonial.
Palabras clave: educación financiera; plataformas
digitales; decisiones económicas; ahorro; alfabetización
financiera
Artículo Científico
Received: 14/Sep/2024
Accepted: 28/Sep/2024
Published: 18/Oct/2024
Cita: Almeida-Blacio, J. H. (2024).
Tendencias en la educación financiera y su
impacto en la toma de decisiones
económicas personales. Revista Científica
Ciencia Y Método, 2(4), 1-
13. https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v2/n
4/48
Revista Científica Ciencia y Método (RCyM)
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Artículo Científico
OctubreDiciembre 2024
Abstract:
The study critically analyzes the main trends in financial education and their impact on
personal economic decisions, in a context marked by the digitalization of financial
services and the growth of credit supply. Through a comprehensive literature review
of 56 papers published between 2010 and 2024, relevant conceptual and empirical
approaches were identified, highlighting the growing use of interactive digital platforms
that facilitate personalized learning and the inclusion of traditionally excluded
populations. The results show that financial education has a positive impact on planned
savings and responsible credit management, strengthening perceived self-efficacy and
the ability to resist consumption pressures. However, there are challenges related to
the digital divide, the quality of online content and the need for strategies adapted to
the cultural and socioeconomic context of users. The analysis suggests that financial
education should be articulated with public policies and consumer protection
mechanisms to maximize its impact. It is concluded that consolidating innovative,
inclusive and contextualized programs is an imperative to promote informed and
sustainable financial decisions, contributing to the reduction of economic inequalities
and the strengthening of patrimonial resilience.
Keywords: financial education; digital platforms; economic decisions; savings;
financial literacy.
1. Introducción
La educación financiera constituye un pilar esencial en la consolidación de sociedades
económicamente sostenibles, dado que permite a los individuos adquirir competencias
y conocimientos necesarios para gestionar recursos, planificar gastos e inversiones,
y enfrentar contingencias de manera informada. Sin embargo, persiste una brecha
significativa entre el reconocimiento de su importancia y su incorporación efectiva en
las estrategias educativas formales y no formales, así como en las políticas públicas
orientadas a fortalecer la capacidad de los ciudadanos para interactuar de forma
crítica con los mercados financieros. Este déficit en la alfabetización financiera se
traduce en la adopción de decisiones económicas personales que, con frecuencia,
resultan desfavorables y perpetúan ciclos de endeudamiento, vulnerabilidad
patrimonial e inestabilidad económica (Lusardi & Mitchell, 2014). A pesar de que
múltiples organismos internacionales y nacionales han promovido programas de
educación financiera, los niveles de comprensión y aplicación de conceptos
financieros permanecen bajos en diversos contextos socioculturales (OECD, 2020).
Esta situación resulta especialmente preocupante ante la creciente complejidad de los
productos y servicios financieros disponibles, lo que incrementa la exposición de la
población a riesgos asociados a decisiones mal informadas.
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Entre los factores que inciden directamente en esta problemática, se identifican
variables sociodemográficas y contextuales que condicionan el acceso y la
apropiación de conocimientos financieros. Por ejemplo, el nivel educativo formal se ha
asociado de manera consistente con mayores niveles de alfabetización financiera, lo
que a su vez se traduce en una mejor capacidad para planificar y administrar los
ingresos (Kaiser & Menkhoff, 2017). Asimismo, la evidencia empírica indica que el
género constituye una variable relevante, dado que las mujeres, en promedio, reportan
menores niveles de confianza en sus habilidades financieras y presentan un menor
conocimiento objetivo sobre instrumentos de ahorro e inversión (Lusardi & Mitchell,
2014). La edad y el nivel de ingreso también actúan como factores determinantes,
pues las personas jóvenes o de bajos ingresos tienden a mostrar mayores carencias
en términos de comprensión y aplicación de conceptos financieros básicos (Lusardi,
2019). Estas diferencias contribuyen a reproducir desigualdades económicas y a
limitar la capacidad de las personas para adoptar decisiones que promuevan su
bienestar financiero a largo plazo.
En paralelo, el auge de las tecnologías financieras (fintech) ha transformado
radicalmente la manera en que los individuos acceden, gestionan y consumen
productos financieros. La digitalización de los servicios bancarios, la proliferación de
plataformas de inversión y la expansión de métodos de pago electrónicos han
incrementado la necesidad de competencias más avanzadas que trascienden la
alfabetización financiera convencional (Gomber, Kauffman, Parker, & Weber, 2018).
Si bien estos desarrollos tecnológicos ofrecen oportunidades significativas de
inclusión financiera, también suponen desafíos asociados al riesgo de fraude, la
sobreexposición al crédito y la dificultad de evaluar adecuadamente la fiabilidad de la
información disponible en línea (Xiao & Porto, 2017). De este modo, la educación
financiera contemporánea requiere estrategias pedagógicas innovadoras que integren
el enfoque digital y fortalezcan la capacidad crítica de los consumidores frente a
entornos altamente dinámicos y competitivos.
La relevancia de abordar esta problemática se justifica no solo en términos de
bienestar individual, sino también por su impacto agregado en la estabilidad
macroeconómica, la reducción de desigualdades y el fortalecimiento de economías
más resilientes. Estudios recientes han documentado que la implementación de
programas sistemáticos de educación financiera contribuye a incrementar los niveles
de ahorro, optimizar el uso responsable del crédito y fomentar conductas de consumo
más sostenibles (Hastings, Madrian, & Skimmyhorn, 2013). En este sentido, resulta
fundamental profundizar en el conocimiento sobre las tendencias emergentes en
educación financiera para identificar enfoques y prácticas que puedan adaptarse a las
características de los distintos segmentos poblacionales, considerando tanto sus
necesidades específicas como sus contextos socioculturales y tecnológicos. Además,
la investigación en esta área permite generar insumos relevantes para el diseño de
políticas públicas orientadas a promover la equidad financiera y prevenir escenarios
de vulnerabilidad económica (OECD, 2020).
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La viabilidad de este estudio se sustenta en la disponibilidad de un corpus consolidado
de investigaciones académicas, informes institucionales y estudios empíricos
publicados en revistas indexadas en Scopus y Web of Science, lo que posibilita
realizar una revisión bibliográfica rigurosa y actualizada. La riqueza de las fuentes
permite un análisis comparativo de distintos enfoques educativos, así como la
identificación de brechas en el conocimiento existente y la exploración de nuevas
perspectivas analíticas sobre la alfabetización financiera. Asimismo, el interés
creciente de la comunidad académica en esta temática incrementa la pertinencia y
relevancia del estudio, en tanto contribuye a articular la investigación con la práctica
educativa y la formulación de estrategias de intervención fundamentadas en evidencia
(Kaiser & Menkhoff, 2017).
El presente artículo tiene como objetivo analizar de manera crítica las principales
tendencias en la educación financiera y su impacto en la toma de decisiones
económicas personales, considerando la influencia de factores sociodemográficos,
tecnológicos y contextuales que determinan la adquisición y aplicación de
competencias financieras. A través de una revisión bibliográfica exhaustiva, se
propone identificar y sistematizar los hallazgos más relevantes de los últimos años,
con el propósito de aportar elementos que fortalezcan el diseño de programas
educativos orientados a mejorar la capacidad de los individuos para gestionar sus
recursos de manera informada, responsable y sostenible. De igual forma, se pretende
contribuir a la generación de conocimiento científico que sirva de base para futuras
investigaciones y que promueva la adopción de políticas públicas eficaces en materia
de inclusión financiera y protección de los consumidores en entornos digitales
(Convers Spicker & Molina de la Rosa, 2023).
2. Materiales y métodos
La presente investigación se desarrolló bajo un enfoque exploratorio con el propósito
de sistematizar, analizar y sintetizar la producción científica relevante sobre las
tendencias en la educación financiera y su impacto en la toma de decisiones
económicas personales. La naturaleza exploratoria de este estudio obedece a la
necesidad de identificar, describir y comprender los enfoques conceptuales,
metodológicos y empíricos que se han empleado en investigaciones previas, así como
de reconocer las principales brechas de conocimiento existentes en esta temática.
Para ello, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva que consideró fuentes
primarias y secundarias publicadas en revistas científicas indexadas en bases de
datos reconocidas por su rigor académico. La estrategia de búsqueda se diseñó con
base en la combinación de descriptores y términos clave en inglés y en español, entre
los que destacan: “financial literacy”, “financial education”, “personal financial
decisions”, “financial behavior” y “tendencias en educación financiera”. Estos términos
se integraron mediante operadores booleanos con el propósito de optimizar la
pertinencia y exhaustividad de los resultados obtenidos.
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El proceso de identificación de documentos contempló un periodo de publicación
comprendido entre los años 2010 y 2024, con el objetivo de asegurar la actualidad de
los hallazgos y la vigencia de los enfoques teóricos y metodológicos analizados. La
búsqueda inicial arrojó un total de 324 registros, los cuales fueron sometidos a un
proceso de cribado y depuración en dos fases. La primera fase consistió en la revisión
de títulos y resúmenes para descartar aquellos documentos que no se relacionaban
directamente con el objeto de estudio. Posteriormente, se realizó una lectura detallada
de los artículos seleccionados con la finalidad de evaluar su relevancia, calidad
metodológica y grado de contribución al análisis propuesto. Tras este procedimiento,
se seleccionó un conjunto final de 56 documentos, los cuales constituyeron la base
documental para la elaboración del artículo.
El análisis de la información se realizó mediante técnicas de síntesis temática y
categorización cualitativa orientadas a identificar patrones recurrentes, enfoques
conceptuales predominantes y hallazgos significativos en torno a la educación
financiera y la toma de decisiones económicas personales. Para ello, se diseñó una
matriz de extracción de datos que permitió organizar de manera sistemática las
referencias, especificando variables como autoría, año de publicación, objetivos del
estudio, metodología empleada, principales resultados y conclusiones relevantes.
Este procedimiento facilitó la comparación entre estudios, la identificación de
tendencias emergentes y la detección de áreas en las que se requiere un mayor
desarrollo investigativo.
Asimismo, se incorporó un análisis crítico de las aportaciones teóricas y prácticas de
los estudios revisados, con especial atención a la pertinencia de sus hallazgos en
contextos marcados por la digitalización de los servicios financieros y el cambio en los
patrones de comportamiento económico de los consumidores. El enfoque
metodológico adoptado procuró mantener la rigurosidad académica y la transparencia
en cada etapa del proceso, con la finalidad de garantizar la validez y confiabilidad de
las conclusiones.
Finalmente, se elaboró un documento integrador que articula los hallazgos de la
revisión bibliográfica con reflexiones orientadas a identificar implicaciones prácticas y
posibles líneas de investigación futura, contribuyendo de este modo al fortalecimiento
de la educación financiera como herramienta para la toma de decisiones económicas
más informadas y responsables.
3. Resultados
3.1. Tendencias emergentes en programas de educación financiera
3.1.1. Uso creciente de plataformas digitales interactivas
El uso de plataformas digitales interactivas se ha consolidado como una de las
tendencias más relevantes y disruptivas en el ámbito de la educación financiera
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contemporánea, impulsado por el vertiginoso desarrollo tecnológico y la creciente
penetración de internet en todos los sectores sociales. Este fenómeno no solo
responde a la necesidad de modernizar los todos de enseñanza, sino que refleja
transformaciones profundas en los patrones de consumo de información y en las
expectativas de los usuarios, quienes demandan experiencias de aprendizaje más
dinámicas, personalizadas y accesibles (Bonilla Muñoz et al., 2024).
En términos pedagógicos, las plataformas digitales interactivas ofrecen un ecosistema
que integra múltiples recursos y herramientas que superan las limitaciones de los
enfoques expositivos tradicionales. Según Lusardi y Mitchell (2014), este tipo de
entornos contribuye a fomentar el aprendizaje activo mediante la participación
constante del usuario, la retroalimentación inmediata y la posibilidad de simular
escenarios financieros reales que permiten poner en práctica conocimientos teóricos.
Por ejemplo, los simuladores de presupuesto, los calculadores de crédito y las
aplicaciones de planificación financiera constituyen recursos interactivos que
fortalecen las competencias necesarias para tomar decisiones económicas más
informadas y responsables.
La literatura especializada destaca que el uso de plataformas digitales interactivas es
particularmente eficaz en contextos donde la alfabetización financiera presenta niveles
incipientes, dado que estas herramientas facilitan la comprensión progresiva de
conceptos complejos a través de módulos visuales, ejercicios prácticos y contenidos
adaptativos (Kaiser & Menkhoff, 2017). Esta característica cobra relevancia en
poblaciones con alta heterogeneidad educativa, pues permite ajustar los materiales
didácticos al nivel de conocimientos previos y al ritmo de aprendizaje de cada
participante.
Adicionalmente, las plataformas digitales posibilitan la personalización de los
itinerarios de aprendizaje mediante algoritmos que analizan patrones de uso,
identifican áreas de dificultad y recomiendan contenidos específicos, una
funcionalidad que incrementa la eficacia de las intervenciones (Goyal & Kumar, 2020).
Esta capacidad de adaptación individualizada ha demostrado ser un factor crítico para
promover la retención de información y el desarrollo de habilidades prácticas
sostenibles en el tiempo.
Desde la perspectiva de la inclusión social, la expansión de programas basados en
plataformas digitales interactivas ha permitido ampliar el alcance de la educación
financiera a grupos tradicionalmente marginados, como poblaciones rurales, adultos
mayores y personas con limitaciones de movilidad (OECD, 2020). Gracias al acceso
remoto y a la flexibilidad horaria, estas iniciativas contribuyen a reducir las brechas en
la adquisición de competencias financieras, democratizando el aprendizaje y
promoviendo la equidad. No obstante, cabe señalar que la efectividad de estas
estrategias está condicionada por factores estructurales, entre ellos la disponibilidad
de conectividad de calidad, el nivel de alfabetización digital básica y la existencia de
dispositivos tecnológicos adecuados.
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Un aspecto particularmente relevante es el auge de los cursos en línea masivos y
abiertos (MOOC), que en los últimos años han emergido como formatos
predominantes para la difusión de contenidos financieros. Klapper, Lusardi y Panos
(2013) evidencian que los MOOC permiten no solo escalar la cobertura de los
programas educativos, sino también incorporar contenidos de alta especialización que
antes se encontraban restringidos a contextos académicos formales. Asimismo, la
combinación de módulos autoguiados con foros de discusión y sesiones sincrónicas
facilita el desarrollo de comunidades de aprendizaje que refuerzan la motivación y el
compromiso.
Por otro lado, el diseño de experiencias gamificadas en plataformas digitales ha
demostrado un notable potencial para incentivar la participación y la permanencia en
los programas de educación financiera. El empleo de dinámicas lúdicas, niveles de
progresión y recompensas simbólicas estimula la curiosidad y favorece la
interiorización de conceptos mediante procesos de aprendizaje experiencial (Xiao &
Porto, 2017). Este enfoque se ha vuelto especialmente atractivo en la formación de
jóvenes adultos, quienes tienden a preferir entornos interactivos y metodologías
basadas en la resolución de retos concretos.
Sin embargo, la implementación de plataformas digitales interactivas no está exenta
de retos. Uno de los principales desafíos identificados es la necesidad de garantizar
la calidad y fiabilidad de los contenidos, dado que la proliferación de aplicaciones y
recursos en línea genera el riesgo de que los usuarios accedan a información
incorrecta o sesgada. En este sentido, diversos autores coinciden en la importancia
de articular marcos de acreditación y validación de los programas digitales, a fin de
asegurar su rigor académico y su alineación con estándares internacionales de
educación financiera (Goyal & Kumar, 2020).
De igual forma, se reconoce la importancia de desarrollar competencias digitales
básicas que habiliten a los participantes para interactuar de manera crítica y autónoma
con las herramientas tecnológicas. La brecha digital, entendida como la desigualdad
en el acceso y uso efectivo de las tecnologías de información, representa una barrera
estructural que puede limitar el impacto de los programas si no se acompaña con
estrategias de alfabetización digital (OECD, 2020).
En síntesis, la adopción creciente de plataformas digitales interactivas constituye una
tendencia transformadora que redefine las estrategias de educación financiera en
múltiples dimensiones: desde la accesibilidad y la cobertura, hasta la personalización
y la calidad de los aprendizajes. La consolidación de estas herramientas exige una
visión integradora que combine la innovación tecnológica con enfoques pedagógicos
sólidos, orientados a maximizar el impacto positivo en las decisiones económicas de
los individuos y a fomentar un comportamiento financiero más informado, responsable
y sostenible (Escobar De la Cuadra et al., 2024).
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3.2. Impacto de la educación financiera en la toma de decisiones económicas
personales
3.2.1. Mayor ahorro y manejo responsable del crédito
La evidencia empírica acumulada en las últimas dos décadas confirma que la
educación financiera ejerce un efecto positivo y significativo sobre la capacidad de los
individuos para adoptar decisiones económicas que promuevan la estabilidad
patrimonial y el bienestar a largo plazo. Uno de los impactos más relevantes
identificados en la literatura especializada se vincula con la propensión al ahorro
planificado y el uso prudente de instrumentos de crédito. Según Lusardi y Mitchell
(2014), los individuos que han recibido formación sistemática en materia financiera
tienden a exhibir una mayor disposición a elaborar presupuestos, establecer objetivos
de ahorro y diversificar sus activos, en comparación con aquellos que carecen de
conocimientos básicos sobre conceptos económicos. Esta relación resulta
particularmente evidente en contextos en los que la oferta de productos financieros es
amplia y heterogénea, y donde la toma de decisiones implica un alto grado de
autonomía.
Diversos estudios han documentado que la educación financiera incrementa la
probabilidad de que las personas realicen aportaciones periódicas a cuentas de ahorro
y adopten prácticas de planificación que contribuyen a mitigar los riesgos derivados
de la volatilidad de ingresos o de contingencias inesperadas (Hastings, Madrian, &
Skimmyhorn, 2013). Por ejemplo, Fernandes, Lynch y Netemeyer (2014) realizaron
un metaanálisis de 201 estudios y encontraron que incluso intervenciones educativas
de corta duración pueden generar mejoras sostenibles en las tasas de ahorro y en la
calidad de las decisiones financieras. Este hallazgo reviste especial relevancia en
sociedades con sistemas de protección social limitados, donde el ahorro individual
desempeña un papel central en la construcción de redes de seguridad económica.
Por otra parte, el manejo responsable del crédito constituye otro de los ámbitos en los
que la educación financiera ejerce un impacto favorable. Klapper, Lusardi y Panos
(2013) sostienen que la adquisición de competencias financieras permite comprender
la estructura de los costos del endeudamiento, las implicaciones de los intereses
compuestos y la importancia del historial crediticio, lo que se traduce en un uso más
consciente de los préstamos y en una menor incidencia de incumplimientos. Este
efecto es especialmente perceptible entre consumidores jóvenes, quienes tienden a
presentar mayor vulnerabilidad frente a la sobreutilización de instrumentos de crédito,
debido a la escasa experiencia previa y a la exposición a estrategias de mercadeo
agresivas por parte de las instituciones financieras.
Adicionalmente, Goyal y Kumar (2020) destacan que la educación financiera no solo
incrementa el conocimiento declarativo sobre productos y servicios, sino que también
fortalece la autoeficacia percibida, es decir, la confianza subjetiva en la propia
capacidad para gestionar adecuadamente los recursos. Este componente psicológico
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resulta determinante en la disposición a planificar y en la capacidad de resistir
presiones sociales o impulsos de consumo que comprometan la salud financiera.
En el ámbito de la evaluación de impacto, se ha observado que las intervenciones
educativas orientadas a promover el ahorro y el manejo responsable del crédito tienen
efectos diferenciales en función del contexto cultural, la edad y el nivel de ingreso. La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, 2020) reporta
que los programas con un enfoque práctico y contextualizado muestran mayores tasas
de éxito, dado que permiten a los participantes vincular los contenidos con su realidad
económica cotidiana. Este enfoque de aprendizaje experiencial facilita la
interiorización de conceptos y refuerza la adopción de hábitos financieros saludables.
Sin embargo, diversos autores advierten que la efectividad de la educación financiera
como herramienta de cambio conductual depende de su articulación con otras
estrategias complementarias, tales como políticas de protección al consumidor,
regulación del crédito y mecanismos de incentivo al ahorro (Lusardi, 2019). En este
sentido, la educación financiera no debe entenderse como un sustituto de las políticas
públicas orientadas a crear entornos económicos más justos y transparentes, sino
como un componente que potencia la capacidad de los individuos para desenvolverse
en dichos entornos con mayor autonomía.
En conclusión, la relación entre educación financiera, ahorro y manejo responsable
del crédito es robusta y ampliamente documentada en la literatura científica. El
fortalecimiento de las competencias financieras constituye, por tanto, una vía
estratégica para fomentar decisiones económicas más racionales y sostenibles, con
efectos positivos tanto en el bienestar individual como en la estabilidad
macroeconómica. El desarrollo de programas educativos rigurosos, inclusivos y
adaptados a los diversos contextos socioculturales representa un desafío prioritario
para los responsables de políticas públicas y las instituciones educativas (Eyzaguirre
Vasquez et al., 2016).
4. Discusión
Los hallazgos expuestos en esta revisión bibliográfica permiten identificar con claridad
que la educación financiera desempeña un papel decisivo en la consolidación de
capacidades individuales orientadas al ahorro sistemático y al manejo responsable del
crédito, así como en la adopción de conductas económicas que contribuyen al
bienestar patrimonial. La integración creciente de plataformas digitales interactivas,
en tanto tendencia emergente, representa una oportunidad estratégica para expandir
el alcance de los programas de alfabetización financiera y superar limitaciones
tradicionales vinculadas a barreras geográficas, restricciones horarias y costos
operativos. Esta evolución tecnológica resulta consistente con lo señalado por Lusardi
y Mitchell (2014), quienes sostienen que la innovación metodológica es un
componente indispensable para incrementar la eficacia de las intervenciones
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educativas en sociedades caracterizadas por una alta heterogeneidad cultural y
económica.
La revisión de la literatura revela que la digitalización de los contenidos y la
personalización de las rutas de aprendizaje mediante algoritmos adaptativos han
permitido avanzar hacia un modelo más centrado en el usuario, con capacidad para
ajustar los contenidos a su nivel de conocimiento previo y a sus necesidades
específicas (Goyal & Kumar, 2020). Esta tendencia ha cobrado especial relevancia en
poblaciones jóvenes, habituadas al consumo de información a través de dispositivos
móviles y plataformas en línea, lo que incrementa las posibilidades de incorporar
hábitos financieros saludables desde etapas tempranas de la vida. Sin embargo,
también se identifican desafíos estructurales asociados a la brecha digital y a la
calidad de los contenidos disponibles en entornos virtuales, lo que exige un enfoque
integral que contemple tanto la alfabetización digital básica como la regulación de los
recursos pedagógicos en línea (OECD, 2020).
En relación con el impacto de la educación financiera en la toma de decisiones
económicas, la evidencia sintetizada confirma que el desarrollo de competencias
financieras se traduce en una mayor propensión al ahorro planificado y en una
utilización más consciente del crédito, resultados que coinciden con los postulados de
Klapper, Lusardi y Panos (2013) y con las conclusiones del metaanálisis de
Fernandes, Lynch y Netemeyer (2014). Dichos autores han señalado que la
alfabetización financiera incide no solo en el conocimiento declarativo, sino también
en la autoeficacia percibida y en la disposición a planificar a largo plazo. Este hallazgo
reviste particular relevancia en contextos en los que el endeudamiento de consumo y
la exposición a ofertas crediticias poco transparentes configuran escenarios de riesgo
financiero que afectan de manera desproporcionada a los segmentos poblacionales
con menores niveles educativos.
Asimismo, la discusión de estos resultados permite reconocer que la educación
financiera no constituye una solución aislada para prevenir prácticas económicas
desfavorables, sino que debe articularse con políticas públicas que fortalezcan la
protección de los consumidores y la transparencia del sistema financiero. Como
advierten Hastings, Madrian y Skimmyhorn (2013), el diseño de intervenciones
educativas sostenibles requiere considerar factores contextuales que determinan la
capacidad de los individuos para ejercer decisiones autónomas y bien fundamentadas,
entre los que se incluyen el nivel de ingresos, la estabilidad laboral y la disponibilidad
de mecanismos institucionales de apoyo.
En este sentido, la digitalización de la educación financiera plantea tanto
oportunidades como dilemas éticos y técnicos que merecen un análisis riguroso. Si
bien el uso de simuladores, aplicaciones móviles y plataformas gamificadas ha
demostrado mejorar los niveles de retención de conocimientos y la aplicación práctica
de conceptos financieros (Xiao & Porto, 2017), la implementación efectiva de estas
herramientas exige superar barreras vinculadas a la protección de datos personales y
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a la certificación de los contenidos. Estas dimensiones, que trascienden el ámbito
estrictamente educativo, implican la necesidad de marcos normativos que garanticen
la calidad, la seguridad y la pertinencia cultural de los recursos digitales disponibles.
Por otra parte, la presente revisión confirma que la eficacia de los programas de
educación financiera se incrementa cuando estos se estructuran bajo un enfoque
experiencial y contextualizado, que permita vincular los contenidos teóricos con la
realidad económica cotidiana de los participantes (OECD, 2020). Este enfoque resulta
especialmente pertinente en entornos donde el acceso a instrumentos financieros
formales es limitado y donde las prácticas económicas informales configuran el
sustento principal de numerosos hogares. Por tanto, la contextualización de los
programas constituye un componente esencial para maximizar su impacto, evitar la
reproducción de desigualdades y garantizar la apropiación significativa de los
aprendizajes (Eyzaguirre Vasquez et al., 2016).
En síntesis, los hallazgos analizados subrayan la importancia de consolidar
estrategias educativas innovadoras, integradas y adaptadas a las particularidades de
los distintos segmentos poblacionales. La educación financiera emerge no solo como
un recurso formativo de carácter instrumental, sino como un mecanismo con
capacidad de incidir en la autonomía económica, la resiliencia patrimonial y la
reducción de vulnerabilidades estructurales. De cara al futuro, resulta indispensable
fortalecer la investigación empírica que evalúe longitudinalmente el impacto de estas
intervenciones y que explore con mayor profundidad las interacciones entre
alfabetización financiera, inclusión digital y bienestar económico (Choque-Copari et
al., 2024).
5. Conclusiones
El análisis exhaustivo de la literatura permite afirmar que la educación financiera
constituye un componente fundamental para el fortalecimiento de la autonomía
económica individual y la promoción de decisiones financieras responsables. La
evidencia revisada demuestra que el desarrollo de competencias financieras incide de
manera directa en la propensión al ahorro planificado, el uso consciente del crédito y
la capacidad de enfrentar contingencias económicas con mayor resiliencia. Este
impacto positivo resulta especialmente relevante en sociedades caracterizadas por la
expansión de la oferta crediticia y la creciente complejidad de los productos
financieros, donde la ausencia de conocimientos sólidos incrementa
significativamente el riesgo de sobreendeudamiento y vulnerabilidad patrimonial.
La irrupción de las plataformas digitales interactivas ha transformado profundamente
los enfoques pedagógicos aplicados en la educación financiera, favoreciendo la
accesibilidad, la personalización y la participación activa de los usuarios. Estas
innovaciones tecnológicas han demostrado su potencial para superar barreras
geográficas y socioeconómicas, permitiendo que grupos tradicionalmente excluidos
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accedan a contenidos formativos de calidad. No obstante, persisten retos sustanciales
relacionados con la brecha digital, la acreditación de los recursos educativos y la
necesidad de garantizar que los programas respondan de manera contextualizada a
las realidades económicas de sus destinatarios.
Asimismo, se evidencia que la eficacia de las intervenciones educativas no depende
únicamente de la transmisión de información, sino también de la capacidad de
estimular la autoeficacia percibida, consolidar hábitos financieros saludables y
promover cambios conductuales sostenibles en el tiempo. Por ello, resulta
indispensable concebir la educación financiera como un proceso integral que combine
el desarrollo de conocimientos técnicos con el fortalecimiento de habilidades prácticas
y actitudes responsables frente al consumo y la planificación económica.
Finalmente, se reconoce que la educación financiera, en su dimensión individual,
requiere articularse con políticas públicas, regulaciones claras y mecanismos
institucionales de protección al consumidor que permitan crear entornos favorables
para el ejercicio de decisiones informadas. La consolidación de estrategias educativas
innovadoras, inclusivas y evaluadas rigurosamente se configura como un imperativo
para avanzar hacia sociedades más equitativas, resilientes y conscientes de la
importancia de una gestión financiera responsable.
CONFLICTO DE INTERESES
“Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses”.
Referencias Bibliográficas
Bonilla Muñoz , D. C. ., Jaramillo Soto , J. E. ., Oña Sinchiguano , B. E. ., & Medina
Armas , A. T. . (2024). Educación financiera y presupuesto personal en el
cantón La Maná, 2024 . Revista Científica Arbitrada Multidisciplinaria
PENTACIENCIAS, 6(7), 313–334.
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