
Revista Científica Ciencia y Método | Vol.03 | Núm.03 | Jul – Sep | 2025 | www.revistacym.com pág. 80
transmisión de contenidos, dejando en segundo plano el desarrollo de habilidades
cognitivas superiores. En ese mismo sentido, Halpern (1998) advierte que el
pensamiento crítico no se adquiere por exposición pasiva, sino mediante una
instrucción explícita y sistemática que integre el análisis, la reflexión y la
argumentación como prácticas regulares del aula.
Un hallazgo particularmente relevante es que ninguno de los docentes encuestados
utiliza mentefactos u organizadores gráficos como herramientas para la
representación del pensamiento. Esta ausencia limita la posibilidad de que los
estudiantes estructuren, relacionen y profundicen conceptos, lo que coincide con
estudios como los de Swartz y Parks (1994), quienes sostienen que el pensamiento
no florece si no se diseña explícitamente en la arquitectura pedagógica del currículo.
Asimismo, el hecho de que solo una minoría de los estudiantes —especialmente en
el régimen nocturno— perciban sus clases como espacios que desarrollan la
creatividad o las habilidades lingüísticas y sociales, sugiere que la planificación
docente carece de un enfoque holístico. Esta realidad corrobora los planteamientos
de Kuhn y Dean (2004), al señalar que, sin estrategias metacognitivas activas, los
estudiantes se ven impedidos de autorregular su aprendizaje y, por tanto, de
desarrollar pensamiento autónomo y crítico.
La discusión también debe considerar factores institucionales, como la falta de
formación continua especializada y la ausencia de un marco curricular que integre el
pensamiento como eje transversal. El modelo educativo vigente parece centrarse más
en la cobertura de contenidos que en la transformación del sujeto aprendiente, lo que
reafirma lo argumentado por Facione (1990) al proponer que el pensamiento crítico
requiere tanto habilidades como disposiciones actitudinales, las cuales deben
cultivarse desde la cultura pedagógica de la institución.
En resumen, los resultados del estudio evidencian la necesidad urgente de reformar
las prácticas educativas en el nivel medio, transitando hacia modelos centrados en el
desarrollo del pensamiento crítico, el aprendizaje significativo y la mediación dialógica.
Esta transformación debe ser respaldada por políticas públicas, procesos de
formación docente sostenida y una cultura evaluativa orientada a la comprensión
profunda y no solo a la reproducción de contenidos.
5. Conclusiones
Los resultados de esta investigación permiten afirmar, con base empírica, que la
práctica educativa de los docentes incide de manera significativa en el desarrollo de
los niveles del pensamiento en estudiantes de educación media. El predominio de
metodologías tradicionales centradas en el dictado, la escasa incorporación de
estrategias metacognitivas y el desconocimiento generalizado sobre las estructuras
del pensamiento (nocional, proposicional, conceptual y formal) configuran un
escenario pedagógico limitante para la formación del pensamiento complejo.