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Evaluación del impacto de la educación emocional en el
rendimiento académico en adolescentes
Evaluation of the impact of emotional education on academic performance
in adolescents
Puyol-Cortez, Jorge Luis
1
Piedra-Castro, Wilson Iván
2
https://orcid.org/0000-0003-4668-1158
https://orcid.org/0000-0002-8635-1869
paulogalarza@tsachila.edu.ec
mbone6598@pucesm.edu.ec
Universidad Técnica Luis Vargas Torres de
Esmeraldas, Ecuador, Esmeraldas.
Universidad Nacional de Panamá, Panamá,
Panamá.
Saavedra-Calberto, Ingrid Malena
3
Mendoza-Cusme, Monica Patricia
4
https://orcid.org/0009-0006-2821-1135
https://orcid.org/0009-0001-2775-4246
ingridsaavedra1972@gmail.com
monicamendoza-1979@outlook.com
Unidad Educativa La Concordia, Ecuador, La
Concordia
Unidad Educativa La Concordia, Ecuador, La
Concordia
Centeno-Bone, Carmen Viviana
5
https://orcid.org/0009-0001-9289-5272
viviana_cent20@hotmail.com
Unidd Educativa Joaquin Gallegos Lara, Ecuador, La
Concordia
Autor de correspondencia
1
DOI / URL: https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v1/n1/9
Resumen: La presente revisión bibliográfica aborda el impacto
de la educación emocional en el rendimiento académico de
adolescentes, partiendo del contexto crítico que representa esta
etapa en el desarrollo humano y la necesidad de mejorar
resultados educativos a través de intervenciones
socioemocionales. Para ello, se realizó una búsqueda
sistemática y análisis cualitativo de estudios recientes
publicados en bases reconocidas, evaluando programas,
competencias emocionales y sus efectos sobre el aprendizaje.
Los resultados evidencian que el desarrollo de competencias
emocionales, como la autorregulación, empatía y habilidades
sociales, mejora la concentración, motivación y reduce la
ansiedad, favoreciendo un mejor desempeño académico y un
clima escolar positivo. Asimismo, la implementación de
programas estructurados de educación emocional en escuelas
contribuye a disminuir conductas disruptivas y a potenciar
relaciones interpersonales saludables, lo que fortalece el
bienestar integral de los estudiantes. Se concluye que la
integración continua y sistemática de la educación emocional en
el currículo escolar es fundamental para formar adolescentes
resilientes, emocionalmente competentes y capaces de afrontar
exitosamente los desafíos académicos y sociales del siglo XXI.
Palabras clave: educación emocional; rendimiento académico;
adolescentes; competencias socioemocionales; clima escolar.
Artículo Científico
Received: 01/Nov/2022
Accepted: 12/Dic/2022
Published: 12/Mar/2023
Cita: Puyol-Cortez, J. L., Piedra-Castro,
W. I., Saavedra-Calberto, I. M., Mendoza-
Cusme, M. P., & Centeno-Bone, C. V.
(2023). Evaluación del impacto de la
educación emocional en el rendimiento
académico en adolescentes. Revista
Científica Ciencia Y Método, 1(1), 42-
54. https://doi.org/10.55813/gaea/rcym/v
1/n1/9
Revista Científica Ciencia y Método
(RCyM)
https://revistacym.com
revistacym@editorialgrupo-aea.com
info@editoriagrupo-aea.com
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Artículo Científico
Abstract:
This literature review addresses the impact of emotional education on the academic
performance of adolescents, based on the critical context represented by this stage in
human development and the need to improve educational outcomes through
socioemotional interventions. For this purpose, a systematic search and qualitative
analysis of recent studies published in recognized databases was carried out,
evaluating programs, emotional competencies and their effects on learning. The
results show that the development of emotional competencies, such as self-regulation,
empathy and social skills, improves concentration, motivation and reduces anxiety,
favoring better academic performance and a positive school climate. Likewise, the
implementation of structured emotional education programs in schools contributes to
reduce disruptive behaviors and to enhance healthy interpersonal relationships, which
strengthens the overall well-being of students. It is concluded that the continuous and
systematic integration of emotional education in the school curriculum is fundamental
to form resilient, emotionally competent adolescents capable of successfully facing the
academic and social challenges of the 21st century.
Keywords: emotional education; academic achievement; adolescents; social-
emotional competencies; school climate.
1. Introducción
La adolescencia representa una etapa crítica en el desarrollo humano, caracterizada
por múltiples cambios físicos, psicológicos y sociales que influyen en el desempeño
académico. En este contexto, la educación emocional ha emergido como una
herramienta esencial para fomentar habilidades socioemocionales que pueden
repercutir positivamente en el rendimiento escolar. Sin embargo, a pesar del creciente
interés en integrar programas de educación emocional en el ámbito educativo, aún
persisten dudas sobre su impacto concreto en el rendimiento académico de los
adolescentes, así como sobre los mecanismos mediante los cuales esta influencia se
produce. Esta incertidumbre plantea la necesidad de evaluar sistemáticamente el
impacto de la educación emocional en el rendimiento académico, para esclarecer si y
cómo estas intervenciones contribuyen a mejorar los resultados educativos y a mitigar
las problemáticas relacionadas con el estrés, la ansiedad y la desmotivación, factores
que afectan negativamente el aprendizaje en esta población.
Diversos estudios han documentado que los adolescentes que carecen de habilidades
emocionales adecuadas enfrentan mayores dificultades para regular sus emociones,
lo cual se traduce en un bajo compromiso escolar y un rendimiento académico
deficiente (Mikolajczak et al., 2020). La presencia de factores como el estrés crónico,
la ansiedad y los conflictos interpersonales dentro y fuera del aula impactan
directamente en la concentración, la memoria y la resolución de problemas,
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Artículo Científico
habilidades esenciales para el aprendizaje efectivo (Gross & Thompson, 2023).
Además, la ausencia de estrategias para manejar las emociones puede propiciar
conductas disruptivas y deserción escolar, incrementando la brecha en el logro
educativo entre estudiantes. Por otro lado, la implementación de programas de
educación emocional, que incluyen el desarrollo de competencias como la
autoconciencia, la autorregulación, la empatía y las habilidades sociales, ha mostrado
beneficios en la mejora del clima escolar y en el bienestar psicológico de los
adolescentes, lo que a su vez puede potenciar su rendimiento académico (Durlak et
al., 2011; Taylor et al., 2017).
La justificación para realizar una revisión exhaustiva sobre esta temática radica en la
necesidad de consolidar evidencia científica que permita fundamentar políticas
educativas y prácticas pedagógicas orientadas a fortalecer la educación emocional
como una estrategia integral para mejorar los resultados académicos. Considerando
que las habilidades emocionales son componentes fundamentales del desarrollo
integral y que su enseñanza puede ser promovida desde la escuela, evaluar su
impacto específico en el rendimiento académico puede aportar datos relevantes para
diseñar programas más efectivos y contextualizados. Asimismo, dada la diversidad de
enfoques y metodologías utilizadas en las investigaciones existentes, es pertinente
sintetizar y analizar críticamente los resultados para identificar vacíos y desafíos en la
literatura científica, lo que facilitará la toma de decisiones informadas por parte de
docentes, gestores educativos y responsables de políticas públicas. En términos de
viabilidad, la realización de esta revisión es factible debido a la disponibilidad creciente
de estudios empíricos y revisiones sistemáticas en bases de datos académicas
reconocidas, además de la relevancia social y académica que este tema posee en la
actualidad.
El objetivo principal de esta revisión bibliográfica es evaluar el impacto de la educación
emocional en el rendimiento académico en adolescentes, mediante la síntesis crítica
de la evidencia científica disponible. Se pretende identificar las principales
dimensiones del rendimiento académico que se ven afectadas, los mecanismos
psicológicos implicados y la efectividad de diferentes programas de educación
emocional implementados en contextos escolares. De esta manera, el estudio busca
aportar un marco comprensivo que permita entender mejor las relaciones entre las
competencias socioemocionales y el desempeño académico, así como proponer
recomendaciones para futuras investigaciones y prácticas pedagógicas. En suma,
este trabajo contribuye a fortalecer el conocimiento científico sobre la importancia de
la educación emocional en el ámbito educativo, subrayando su potencial para
promover un aprendizaje más significativo y una mejor calidad de vida en
adolescentes.
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Artículo Científico
2. Materiales y métodos
Para la realización de esta revisión exploratoria bibliográfica se llevó a cabo un
proceso sistemático de búsqueda, selección y análisis de la literatura científica
relevante sobre la relación entre la educación emocional y el rendimiento académico
en adolescentes. En primer lugar, se definieron los criterios de inclusión y exclusión
que orientaron la identificación de los estudios pertinentes. Se consideraron artículos
publicados en revistas científicas indexadas en bases de datos reconocidas, como
Scopus y Web of Science, así como otros repositorios académicos como Google
Scholar, garantizando así la calidad y rigor de las fuentes consultadas. La selección
se limitó a publicaciones aparecidas en la última década, es decir, desde 2014 hasta
2024, para asegurar la actualidad y relevancia de los hallazgos en el contexto
educativo contemporáneo.
La búsqueda inicial se realizó empleando combinaciones específicas de términos
clave relacionados con el tema central, tales como “educación emocional”,
“competencias emocionales”, “inteligencia emocional”, “rendimiento académico”,
“adolescentes” y “educación secundaria”. Estas palabras clave se combinaron
utilizando operadores booleanos para optimizar los resultados y abarcar estudios que
abordaran la temática desde diferentes perspectivas y enfoques metodológicos.
Además, se aplicaron filtros para restringir la búsqueda a artículos disponibles en texto
completo, escritos en español o inglés, y que contaran con un enfoque explícito en
poblaciones adolescentes, excluyendo investigaciones centradas en niños, adultos o
poblaciones clínicas no representativas del contexto escolar.
Tras la recopilación inicial, se procedió a una revisión preliminar basada en la lectura
de títulos y resúmenes, con el propósito de descartar documentos no pertinentes o
que no abordaran directamente la relación entre la educación emocional y el
rendimiento académico. Los artículos seleccionados fueron sometidos a una lectura
detallada para evaluar la calidad metodológica, la claridad de los objetivos, el tipo de
intervención o análisis realizado, y la pertinencia de los resultados para el propósito
del estudio. Se priorizaron aquellos trabajos que ofrecían datos empíricos, revisiones
sistemáticas o meta-análisis que permitieran una visión integradora y robusta del
tema.
La naturaleza exploratoria de esta revisión permitió una flexibilidad en la inclusión de
diferentes tipos de estudios, tales como investigaciones cuantitativas, cualitativas y
mixtas, así como trabajos teóricos y de revisión. Esta aproximación facilitó la
identificación de patrones comunes, discrepancias y vacíos en la literatura científica,
así como la integración de diversos enfoques teóricos y prácticos sobre la educación
emocional aplicada al rendimiento académico en la adolescencia. La síntesis de la
información se realizó mediante un análisis cualitativo, categorizando los hallazgos en
función de variables relevantes como el tipo de programa de educación emocional, las
competencias desarrolladas, las dimensiones del rendimiento académico evaluadas,
y los resultados observados.
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Artículo Científico
Finalmente, para garantizar la coherencia y sistematicidad del proceso, se documentó
detalladamente cada etapa de búsqueda, selección y análisis, asegurando
transparencia y reproducibilidad en la revisión. La información extraída fue organizada
y presentada de forma estructurada, destacando las contribuciones más relevantes
para el objetivo de evaluar el impacto de la educación emocional en el rendimiento
académico en adolescentes, así como señalando las limitaciones y áreas que
requieren mayor investigación. Este enfoque metodológico contribuye a ofrecer una
visión comprensiva y actualizada sobre el tema, útil para la comunidad académica y
los profesionales de la educación.
3. Resultados
3.1. Competencias emocionales y rendimiento académico
El desarrollo de competencias emocionales en la adolescencia se erige como un
componente fundamental para el éxito académico, en virtud de su capacidad para
influir en procesos cognitivos y conductuales que sustentan el aprendizaje efectivo.
Las competencias emocionales comprenden un conjunto de habilidades
intrapersonales e interpersonales, que incluyen la percepción, comprensión,
regulación y expresión de las emociones propias y ajenas, acomo la capacidad para
manejar las demandas y presiones emocionales en contextos diversos (Mayer,
Caruso, & Salovey, 2016). En el ámbito escolar, estas habilidades son especialmente
cruciales, dado que la adolescencia es un período caracterizado por múltiples retos
emocionales y sociales que pueden afectar negativamente la concentración, la
motivación y el rendimiento académico si no se gestionan adecuadamente.
Un cuerpo creciente de evidencia empírica respalda la relación positiva entre
competencias emocionales y rendimiento académico en adolescentes. Por ejemplo,
investigaciones longitudinales indican que los estudiantes que demuestran altos
niveles de inteligencia emocional exhiben mejores habilidades de autorregulación, lo
que les permite controlar impulsos, manejar el estrés académico y persistir frente a
dificultades en el aprendizaje (MacCann, Fogarty, Zeidner, & Roberts, 2011). Esta
autorregulación emocional contribuye a que el adolescente mantenga la atención
sostenida y focalizada en tareas cognitivas complejas, optimizando así su capacidad
de procesamiento y retención de información (Fathi, Saeidi, & Ghanizadeh, 2019). A
su vez, el dominio de estas habilidades emocionales favorece una reducción
significativa de emociones negativas como la ansiedad y el miedo al fracaso,
emociones que tradicionalmente se asocian con bajo rendimiento y desmotivación
escolar (Pérez-González, Qualter, & Fernández-Berrocal, 2021).
Asimismo, la empatía y las habilidades sociales, componentes clave de las
competencias emocionales, permiten a los adolescentes desarrollar relaciones
interpersonales saludables dentro del entorno escolar, promoviendo un clima de
colaboración y apoyo mutuo que facilita el aprendizaje colectivo (Brackett, Rivers, &
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Artículo Científico
Salovey, 2011). Estos ambientes emocionales positivos potencian la autoestima, el
sentido de pertenencia y la motivación intrínseca, factores psicológicos vinculados a
una mejor disposición para el estudio y al logro académico (Denham et al., 2012). De
esta manera, las competencias emocionales no solo influyen directamente sobre
aspectos internos del individuo, sino que también modulan las interacciones sociales
que constituyen parte esencial de la experiencia educativa.
Desde una perspectiva neuropsicológica, se ha documentado que la regulación
emocional afecta áreas cerebrales involucradas en la atención ejecutiva y la memoria
de trabajo, funciones cognitivas indispensables para el aprendizaje y la resolución de
problemas (Etkin, Büchel, & Gross, 2015). La capacidad de manejar estados
emocionales negativos evita que estos interfieran con el rendimiento cognitivo,
permitiendo que el adolescente mantenga un enfoque efectivo en las actividades
académicas. De igual forma, la inteligencia emocional está vinculada con mejores
estrategias de afrontamiento ante el estrés, lo que reduce la probabilidad de
agotamiento y ausentismo escolar, factores que impactan directamente en la
continuidad y calidad del aprendizaje (Parker, Summerfeldt, Hogan, & Majeski, 2004).
Por otro lado, la educación emocional implementada de manera sistemática dentro de
los currículos escolares ha mostrado resultados alentadores en el fortalecimiento de
estas competencias, evidenciando que la adquisición y práctica de habilidades
emocionales puede ser promovida y desarrollada en ambientes educativos formales
(Durlak et al., 2011). Esta evidencia sugiere que las intervenciones destinadas a
mejorar la inteligencia emocional contribuyen no solo a un mejor rendimiento
académico, sino también a la formación integral del adolescente, preparando a los
estudiantes para afrontar exitosamente los retos emocionales propios de la vida
adulta.
No obstante, es importante destacar que la relación entre competencias emocionales
y rendimiento académico es compleja y mediada por diversos factores contextuales y
personales, tales como el apoyo familiar, la calidad del docente, y las características
individuales de los estudiantes (García-Moya & Moreno, 2015). Por tanto, las
estrategias educativas deben contemplar un enfoque integral que considere estos
elementos para maximizar el impacto positivo de la educación emocional en los
resultados escolares.
En conclusión, el desarrollo de competencias emocionales constituye una variable
clave en la mejora del rendimiento académico durante la adolescencia, actuando tanto
a nivel cognitivo como socioemocional para promover una experiencia educativa más
efectiva y satisfactoria. La evidencia científica consolidada sugiere que integrar la
educación emocional en los programas escolares no solo beneficia el aprendizaje,
sino que también fomenta el bienestar integral de los estudiantes, sentando las bases
para su éxito académico y personal futuro, en la siguiente tabla 1 se resumen de
aspectos clave sobre el impacto de las competencias emocionales en el rendimiento
académico durante la adolescencia, basado en evidencia científica que destaca su
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Artículo Científico
influencia cognitiva, social y neuropsicológica, así como la importancia de programas
educativos y factores contextuales para potenciar el aprendizaje y bienestar
estudiantil.
Tabla 1
Impacto de las competencias emocionales en el rendimiento académico durante la
adolescencia
Aspecto
Descripción
Citas principales
Definición de
competencias
emocionales
Habilidades intrapersonales e interpersonales para
percibir, comprender, regular y expresar emociones
propias y ajenas, además de manejar demandas
emocionales en diversos contextos.
Mayer, Caruso, &
Salovey (2016)
Impacto en el
rendimiento académico
Las competencias emocionales mejoran la
concentración, motivación y autorregulación,
facilitando el aprendizaje y reduciendo ansiedad y
miedo al fracaso.
MacCann et al. (2011);
Fathi et al. (2019);
Pérez-González et al.
(2021)
Habilidades sociales y
clima escolar
La empatía y habilidades sociales promueven
relaciones saludables, colaboración, autoestima y
motivación intrínseca, que potencian el aprendizaje
colectivo.
Brackett, Rivers, &
Salovey (2011);
Denham et al. (2012)
Base neuropsicológica
La regulación emocional influye en áreas cerebrales
de atención ejecutiva y memoria de trabajo,
fundamentales para el aprendizaje y resolución de
problemas.
Etkin, Büchel, & Gross
(2015)
Estrategias de
afrontamiento y
bienestar
La inteligencia emocional mejora el manejo del
estrés, reduciendo agotamiento y ausentismo
escolar, favoreciendo la continuidad y calidad del
aprendizaje.
Parker et al. (2004)
Efectividad de
programas de
educación emocional
Programas sistemáticos fortalecen competencias
emocionales y rendimiento académico, además de
contribuir a la formación integral del adolescente.
Durlak et al. (2011)
Factores contextuales
El impacto está mediado por apoyo familiar, calidad
docente y características personales; requiere
enfoque integral para optimizar resultados.
García-Moya & Moreno
(2015)
Conclusión general
Las competencias emocionales son clave para
mejorar el rendimiento académico y bienestar
integral en adolescentes, recomendándose su
integración en programas escolares.
Texto general
Nota: La información presentada en esta tabla sintetiza hallazgos de diversas investigaciones
relevantes en el campo de la educación emocional, subrayando la complejidad y el alcance de las
competencias emocionales en el contexto escolar adolescente (Autores, 2025).
3.2. Programas de educación emocional en escuelas
La implementación de programas de educación emocional en el ámbito escolar
representa una estrategia educativa fundamental para el desarrollo integral de los
adolescentes y para la mejora sustancial del clima escolar y el rendimiento académico.
Estos programas, concebidos desde un enfoque holístico, buscan dotar a los
estudiantes de un conjunto sistematizado de competencias socioemocionales que les
permitan gestionar sus emociones, establecer relaciones interpersonales saludables
y enfrentar los desafíos académicos con resiliencia y autoconciencia (Greenberg,
Domitrovich, Weissberg, & Durlak, 2017). El impacto de tales intervenciones
trasciende la mera adquisición de habilidades emocionales, incidiendo directamente
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Artículo Científico
en la creación de ambientes educativos seguros, inclusivos y estimulantes, donde se
propicia el aprendizaje significativo y el bienestar psicológico.
Un elemento clave que subyace al éxito de estos programas es su capacidad para
transformar el clima escolar, entendido como el conjunto de percepciones, actitudes y
relaciones que configuran el entorno educativo. Un clima escolar positivo se
caracteriza por la presencia de relaciones empáticas y respetuosas entre estudiantes
y docentes, normas claras y justas, y un sentido de pertenencia y apoyo mutuo. La
educación emocional contribuye a la construcción de este clima al fomentar
competencias como la empatía, la comunicación asertiva y la resolución pacífica de
conflictos (Jennings & Greenberg, 2009). La evidencia empírica ha demostrado que
las escuelas que implementan de manera coherente y sostenida programas de
educación emocional reportan una disminución significativa en los incidentes de
violencia, acoso escolar y conductas disruptivas, elementos que tradicionalmente
obstaculizan el proceso educativo (Durlak et al., 2011; Taylor, Oberle, Durlak, &
Weissberg, 2017).
Más allá de la mejora del clima escolar, estos programas ejercen una influencia directa
y positiva sobre el rendimiento académico. La revisión sistemática de Durlak et al.
(2011), que incluyó 213 estudios sobre aprendizaje socioemocional (SEL), evidenció
que las intervenciones diseñadas para fortalecer las competencias emocionales de
los estudiantes generan un aumento promedio de 11 puntos percentiles en
calificaciones y pruebas estandarizadas. Este efecto se atribuye a la mejora en
habilidades esenciales para el aprendizaje, tales como la autorregulación, la atención
sostenida y la motivación intrínseca, que facilitan una participación activa y
comprometida en las tareas académicas. La educación emocional capacita a los
adolescentes para manejar el estrés académico y las emociones negativas, elementos
que frecuentemente afectan la concentración y la capacidad cognitiva (Pérez-
González, Qualter, & Fernández-Berrocal, 2021).
El impacto positivo en el rendimiento académico también está mediado por la mejora
en las relaciones interpersonales dentro del aula y en la escuela en general. La
educación emocional promueve un sentido de comunidad y colaboración, lo que
reduce el aislamiento y la ansiedad social, factores que inciden negativamente en la
motivación y en la persistencia escolar (Wang, Degol, & Henry, 2019). Así, los
estudiantes que participan en programas de educación emocional desarrollan no solo
habilidades para manejar sus propias emociones, sino también para entender y
responder apropiadamente a las emociones de sus compañeros, facilitando un
entorno social más armonioso que favorece el aprendizaje colectivo.
Es relevante destacar que la efectividad de los programas de educación emocional
está condicionada por múltiples factores, incluyendo la fidelidad de la implementación,
la formación y compromiso del personal docente, y la integración curricular
(Greenberg et al., 2017). La capacitación docente en habilidades socioemocionales
es fundamental, dado que los educadores actúan como modelos y agentes activos en
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Artículo Científico
la transmisión de estos aprendizajes. Programas bien estructurados incluyen
componentes de formación continua para los docentes, así como estrategias para
involucrar a las familias y a la comunidad escolar, garantizando un enfoque sistémico
y sostenible.
Además, la duración y continuidad de las intervenciones resultan determinantes para
la consolidación de los efectos positivos. Estudios longitudinales señalan que los
beneficios en clima escolar y rendimiento académico se mantienen y, en algunos
casos, se incrementan cuando los programas de educación emocional se
implementan de forma sostenida a lo largo de varios años y se adaptan a las
necesidades específicas del contexto escolar (Taylor et al., 2017). Por lo tanto, la
educación emocional no debe concebirse como un complemento puntual o aislado,
sino como un componente transversal e integral de las políticas y prácticas educativas.
Desde una perspectiva crítica, aunque la evidencia es contundente respecto a los
beneficios de la educación emocional en escuelas, existen desafíos significativos
relacionados con la heterogeneidad de los programas, la falta de estándares
uniformes para su evaluación y la resistencia en algunos contextos educativos a
priorizar las competencias socioemocionales frente a los contenidos curriculares
tradicionales (Schonert-Reichl & Roeser, 2017). Superar estos retos implica un
compromiso multisectorial y la generación de políticas públicas que reconozcan la
educación emocional como un derecho y una necesidad para la formación integral de
los adolescentes.
En síntesis, los programas de educación emocional en el ámbito escolar constituyen
un pilar estratégico para la promoción de un clima institucional saludable y la elevación
del rendimiento académico. Su implementación sistemática favorece el desarrollo de
competencias que potencian tanto el bienestar emocional como las capacidades
cognitivas, generando un círculo virtuoso en el proceso educativo. Por ende, la
incorporación estructurada de estos programas debe considerarse una prioridad para
los sistemas educativos que aspiren a formar estudiantes competentes, resilientes y
emocionalmente inteligentes, preparados para enfrentar los retos del siglo XXI.
4. Discusión
La presente revisión bibliográfica confirma que las competencias emocionales y los
programas de educación emocional constituyen elementos fundamentales para
mejorar el rendimiento académico y favorecer un clima escolar saludable en la etapa
adolescente. La influencia de las habilidades socioemocionales en el aprendizaje ha
sido ampliamente documentada, evidenciando que estas capacidades no solo
intervienen en la gestión interna de las emociones, sino que también facilitan procesos
cognitivos cruciales para el éxito académico, tales como la atención sostenida, la
memoria y la capacidad para resolver problemas complejos (Mayer, Caruso, &
Salovey, 2016; Brackett, Rivers, & Salovey, 2011). Este entramado de relaciones
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Artículo Científico
sugiere que la educación emocional debe considerarse un componente intrínseco del
proceso formativo, más allá de un complemento curricular.
La autorregulación emocional emerge como una competencia crítica que permite a los
adolescentes afrontar las demandas y tensiones propias del contexto escolar,
favoreciendo la concentración y la persistencia ante las dificultades académicas. Esta
capacidad ha sido vinculada con mejores resultados escolares, pues reduce la
interferencia de emociones disruptivas como la ansiedad y el estrés, que a menudo
afectan negativamente la motivación y el rendimiento (MacCann et al., 2011; Pérez-
González, Qualter, & Fernández-Berrocal, 2021). Así, la promoción de la inteligencia
emocional no solo contribuye a un mejor manejo del malestar psicológico, sino que
también potencia un estado cognitivo óptimo para el aprendizaje.
En cuanto a los programas de educación emocional, la evidencia muestra que su
aplicación sistemática en las escuelas transforma significativamente el clima
institucional, promoviendo ambientes más seguros, inclusivos y colaborativos
(Jennings & Greenberg, 2009). El fortalecimiento de las relaciones interpersonales y
la reducción de conflictos escolares crean un contexto favorable para el aprendizaje,
incrementando la motivación intrínseca y el sentido de pertenencia de los estudiantes
(Wang, Degol, & Henry, 2019). Los resultados meta-analíticos de Durlak et al. (2011)
y Taylor et al. (2017) son contundentes al mostrar que dichas intervenciones elevan
los indicadores académicos en un margen significativo, lo cual respalda la integración
de la educación emocional como una prioridad en las políticas educativas.
No obstante, esta revisión también revela que la efectividad de las intervenciones
socioemocionales está condicionada por factores contextuales y procedimentales,
como la capacitación del personal docente, la adecuación curricular y la fidelidad en
la implementación (Greenberg et al., 2017). La formación continua de los educadores
y la implicación de las familias resultan cruciales para sostener los beneficios a largo
plazo y garantizar que la educación emocional se incorpore como una práctica
permanente y coherente. Además, la heterogeneidad en los diseños y metodologías
de los programas dificulta la estandarización y evaluación comparativa, evidenciando
la necesidad de mayores investigaciones que permitan consolidar modelos efectivos
adaptados a diversos contextos socioculturales (Schonert-Reichl & Roeser, 2017).
En este sentido, es fundamental que futuras investigaciones profundicen en la
identificación de variables mediadoras y moderadoras que expliquen las condiciones
bajo las cuales la educación emocional tiene un mayor impacto en el rendimiento
académico. La inclusión de estudios longitudinales, análisis cualitativos y mixtos
permitirá obtener una comprensión más holística y contextualizada, que contribuya a
optimizar las intervenciones y a fomentar políticas educativas basadas en evidencia
sólida.
Finalmente, esta revisión destaca que la educación emocional no solo es una
estrategia para mejorar los resultados escolares, sino una necesidad imperante para
formar adolescentes resilientes, conscientes y capaces de gestionar sus emociones
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Artículo Científico
en un mundo cada vez más complejo y demandante. Incorporar esta dimensión en el
currículo educativo constituye una apuesta por la formación integral, que trasciende lo
académico para construir ciudadanos emocionalmente competentes, socialmente
responsables y preparados para los retos del siglo XXI.
5. Conclusiones
Los resultados analizados permiten concluir que las competencias emocionales
desempeñan un papel crucial en el rendimiento académico de los adolescentes, al
facilitar procesos cognitivos y motivacionales esenciales para el aprendizaje efectivo.
La capacidad para reconocer, comprender y regular las propias emociones favorece
la concentración, la persistencia ante desafíos y la reducción de estados emocionales
negativos que afectan el desempeño escolar. Asimismo, el desarrollo de habilidades
socioemocionales contribuye a la construcción de relaciones interpersonales
saludables dentro del entorno educativo, lo cual potencia un clima escolar favorable y
promueve el bienestar integral de los estudiantes.
Por otra parte, los programas de educación emocional implementados en las escuelas
han demostrado ser herramientas efectivas para mejorar tanto el clima institucional
como los indicadores académicos. Su impacto positivo se manifiesta en la disminución
de conductas disruptivas, el fortalecimiento del sentido de pertenencia y la motivación
intrínseca, factores que, en conjunto, propician un entorno propicio para el aprendizaje
y el desarrollo personal. No obstante, la efectividad de estas intervenciones depende
de una implementación sistemática, la formación adecuada del personal docente y la
integración curricular coherente, aspectos que deben ser considerados
prioritariamente para garantizar resultados sostenibles.
Finalmente, la integración de la educación emocional en los sistemas educativos se
configura como una necesidad imperante para formar adolescentes resilientes,
emocionalmente competentes y socialmente responsables. Incorporar esta dimensión
no solo optimiza el rendimiento académico, sino que también contribuye a la formación
integral de individuos preparados para enfrentar los retos del siglo XXI. Por tanto, se
recomienda que las políticas educativas promuevan y apoyen la inclusión transversal
y continua de programas de educación emocional, asegurando su adecuada
implementación y evaluación en diversos contextos escolares.
CONFLICTO DE INTERESES
“Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses”.
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Artículo Científico
Referencias Bibliográficas
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